¿Qué es un edificio en ruinas lleno de carteles rotos? Un teatro. Y no, no es un mal chiste, es la realidad. Una de las veces en las que fui a bailar a un teatro de un pueblo cercano, el conserje me dijo que era una de las últimas actuaciones que iba a haber allí, al mes siguiente cerraban. Pregunté el motivo, y me dijo que el Ayuntamiento había decidido clausurarlo por su estado. Miré a mí alrededor, no estaba tan mal y así lo comenté. La respuesta del conserje me dejó helada: “la nueva normativa pide extintores cada 10 metros y no hay presupuesto!. ¡Por amor de Dios! Que se pongan en contacto con Extintores Balsamar que seguro que les hacen buen precio!
Pero claro, aquello no era más que una excusa, tal vez la excusa perfecta para olvidarse de algo más que presupuestar año tras año y que no les daba beneficio alguno. Con el teatro cerrado “porque no hay presupuesto para reformarlo” no tendrían que dar cabida a la cultura ni organizar eventos, ni contratar conserjes, limpiadoras, azafatas, y demás. A este paso no les haría falta ni concejal de cultura ¿verdad?
Pues yo, ni corta ni perezosa, cuando me enteré de que venía la mujer del alcalde a ver el ballet, salí la primera de escenario, me puse el abrigo sobre el traje y salí corriendo a la entrada a ver si la encontraba. Lo hice, y le di la tarjeta de la empresa que os he comentado de extintores, que es de mi primo, y le dije que les harían descuento, que no podían dejar morir un espacio cultural tan bonito, y me fui.
Sabía que no se trataba de eso, no era posible que cerraran por unos extintores, así que no les iba a interesar mi oferta, pero yo le di la tarjeta para que sepa que el pueblo no es estúpido y no nos tragamos todo lo que nos dicen y aunque a lo mejor la mujer no tenía culpa de nada, seguro que se lo comentó a su marido y seguro que éste le fastidió un poco el asunto. Obviamente, un mes después, el teatro estaba cerrado.
¿Sabéis cuantos teatros se encuentran con el candado puesto? Cientos. Sólo en Madrid hablamos de quince o veinte salas cerradas, entre cines y teatros así que imaginad si sumamos pueblos y otras provincias. Hay un cementerio de teatros.
En 2014 apostaron por rehabilitar 15 cines y aunque el proyecto se inició, jamás se terminó.
Apoyar la cultura es apoyar nuestra historia y olvidarnos de ella es matar al pueblo. Y si a esta desgana por acondicionar nuestras salas y espacios de espectáculos le sumamos ese 21% de IVA que se cobra por cada entrada podemos asegurar que vamos de mal en peor.
Supongo que conocéis la semana del cine ¿verdad? ¿Cómo se ponen las salas? A reventar ¿Y sabéis por qué? Pues porque podemos pagar 4 euros por entrada, pero no 8. Pensad en una familia de cuatro miembros, nada del otro mundo, a 8 euros por entrada se estarían gastando 32 euros sólo para entrar a ver una película así que hay que decirle a los niños que ni se les ocurra pedir palomitas o una botella de agua porque si no la cosa ascendería a más de 40 euros por ir al cine. Es una auténtica barbaridad.