Si hay algo que he aprendido en mi experiencia de actriz amateur es que si te gusta el teatro y sientes pasión por él te dará igual donde representar tu creación y la de tu compañía, pero si lo haces con el estómago lleno mejor. Ese es el cobro que demandábamos nosotros siempre cuando actuábamos por pueblos y otras ciudades: una cena o comida decente al terminar. Muchas veces, los ayuntamientos y las casas de cultura nos decían que desconocían a donde podían llamar para que nos sirvieran comida en el teatro que no fueran pizzas, kebab o chino, así que acabamos por pasar siempre los menús de este catering a domicilio en Madrid porque como casi siempre actuábamos sin salir de la provincia nos venía al pelo. Sólo en una ocasión actuamos fuera de la provincia y fue en Mérida, en el certamen de teatro clásico amateur.
Grandes obras con poco presupuesto
Nuestras obras, y no es porque yo participara en ellas, eran muy buenas para ser amateur pero no sólo porque nos lo currásemos, sino porque tuvimos la suerte de juntarnos un grupo de personas muy multidisciplinares. Había dos guitarristas, un gaitero, una batería una flautista y un saxofonista. Dos personas que cantaban muy bien y muchas que no lo hacían del todo mal. Una modista y unos chicos muy mañosos con el corcho. Al final, cada año, teníamos una obra musical con decorado y vestuario, algo que no todos los grupos amateurs consiguen, y no es que eso te haga ser mejor que los demás, pero ayuda, y si encima lo hacéis bien pues es como poner la guinda del pastel.
Eso provocó que nos llamaran de muchos pueblos y certámenes de la comunidad de Madrid, institutos para representar la obra a sus alumnos e incluso aquella vez que actuamos en Mérida (que fue impresionante actuar en ese teatro romano). Al final, era un hobby que teníamos la suerte de practicar casi todas las semanas porque, cuando no había actuación ensayábamos la obra, en sábado, y cuando había actuación cogíamos los coches, la furgoneta con el decorado y nos íbamos allá donde nos llamaran. Nunca cobrábamos, obviamente, pero sí pedíamos que se hicieran cargo de la luces y que nos dieran de comer o cenar, así al menos no gastábamos nosotros de nuestro bolsillo, y al final, Catering de Lisi acabó teniendo una clientela fija en nuestro grupo.
Y es que estábamos hartos de pedir comida o cena y que los organizadores no tuvieran mayor imaginación que llamar a Telepizza, a un chino o a un kebab…. Acabábamos hasta las narices de cenar siempre lo mismo y todo por falta de interés así que, sin obligar pero como recomendación, pasábamos siempre la web de este catering que no era muy caro y nos traía comida muy buena la verdad. Al final, en la mayoría de los casos, acabaron llamando al catering así que cuando venían a servir la comida nos saludaban y nos preguntaban por la actuación. Eran ya parte de esos días, sin ellos no habría sido lo mismo.
Personalmente os aconsejo algo así porque puede que en el teatro amateur no se cobre y que sólo sea un hobby pero la realidad es que muchas de las casas de cultura a las que vamos cobran entrada a sus conciudadanos para vernos, 3 euros o 5 en la mayoría de los casos, y si llenan la sala se sacan un buen pellizco que luego invierten en otras obras o en seguir promoviendo la cultura. Nosotros sólo pedimos que, ya que les ayudamos a conseguir eso, nos inviten a cenar.
Tened en cuenta que la mayoría de las veces las obras de teatro empiezan cerca de las 20:00 o las 21:00 de la noche, lo que significa que la representación acaba cerca de las 22:00 o 22:30 y si a esas horas tienes que volver a casa, desde un pueblo, y después ponerte a cenar acabarían dándote las doce aún con el tenedor en la mano así que, en parte, es justo que nuestra única petición sea que nos alimenten ¿o no?