Ropa térmica para combatir el frío tras el telón

El teatro nunca pasa de moda. La representación de múltiples obras continúa llamando la atención de un número de personas para nada irrisorio, y eso, a los que nos dedicamos a ello, nos enorgullece y nos impulsa a seguir adelante. Y es que, aunque parezca cosa del pasado, siguen llenándose los auditorios y los recintos habilitados para este tipo de actuaciones.

Para nosotros, los actores, hay factores que son asimismo elementales. La capacidad de meternos en el papel y de que el recinto se encuentre en unas condiciones que faciliten nuestro trabajo son muy importantes y, en el caso de esta última, no siempre se puede garantizar su cumplimiento, por desgracia.

Esto es lo que me dice mi propia experiencia personal. En muchos de los auditorios en los que mi compañía ha actuado me he sentido terriblemente incómodo, y casi siempre a causa del frío y de la ausencia de un sistema de calefacción en estos sitios. Así es muy difícil desempeñar nuestro trabajo con normalidad y, desde mi punto de vista, teníamos que ponerle remedio a esta situación de alguna manera.

Lo primero en lo que pensamos entre todos los compañeros fue en quejarnos ante los ayuntamientos de las ciudades en las que actuábamos. Por desgracia, y como suele ser habitual en estos casos, desde los diferentes consistorios nadie se ocupaba de atender y cumplir nuestras demandas. La conclusión que se desprendía de eso era tan evidente como inhumana: deberíamos combatir el frío por nuestra cuenta, sin la ayuda de nadie.

Este era un propósito complicado. La compañía no trabaja con carácter profesional, apenas hay dinero para comprar material y nos damos con un canto en los dientes al poder contar con las vestimentas de manera gratuita gracias a los contactos de nuestro director. Como consecuencia de todo ello, no teníamos la posibilidad de hacernos con varias estufas para combatir el frío antes de salir a escena. Para ello, era necesario emplear otra fórmula.

Y esa fórmula consistía en la adquisición, de manera completamente individual, de ropa térmica. Unos pantalones y una camiseta térmica nos ayudarían a no sufrir en nuestra propia piel las bajas temperaturas que se experimentan detrás del telón. Además, al tratarse de ropa por lo general bastante ajustada, nuestro público no la notaría. Pero, ¿dónde conseguir esta ropa al mejor precio? La solución la encontramos en Internet y se llamaba Marians Sport.

En dicha página logramos encontrar lo que buscábamos con tanto ahínco. Encontramos ropa térmica de primera calidad, y la verdad es que no nos resultó para nada cara. El trato fue excelente y por todo ello todos nos marchamos agradecidos y con la sensación de que gracias a las prendas adquiridas podríamos salir adelante sin los problemas que estábamos sufriendo función tras función.

Notable y necesaria mejoría

Efectivamente, logramos sentirnos mejor de esta manera. En mi caso, tanto los pantalones como la camiseta me daban esa protección que era mi principal objetivo. Pero no solo eso. La forma en la que se adherían las prendas a mi piel también me proporcionaba una comodidad que seguro que facilitaba mi labor sobre el escenario.

La reacción de mis compañeros fue la misma que la mía. Destacaban exactamente las mismas cosas: calor y comodidad. El ánimo volvía a estar por las nubes y ya estábamos deseando que las fechas de las siguientes funciones llegaran para poder lucirnos y seguir disfrutando de lo que nos gusta: actuar.

Cuando estas finalmente llegaron, las cosas salieron a la perfección. Nuestro público nos galardonó con una ovación sincera y duradera. El director, por su parte, nos felicitó uno por uno y destacó la desenvoltura demostrada por cada uno de nosotros, algo que sin duda guardaba relación con la comodidad y el mantenimiento del calor que nos habíamos granjeado gracias a la ropa térmica.

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