Podemos parecer delicadas y elegantes, cisnes dirían algunos, incluso “suaves” he llegado a escuchar, pero la realidad es que el cuerpo de una bailarina, y de un bailarín, es mucho más fuerte de lo que muchos piensan. Estamos totalmente fibrados y la mayoría tenemos los pies completamente destrozados, pero ya se sabe lo que dicen, “la sarna con gusto no pica” ¿no?
EL esfuerzo, la disciplina y el ensayo diario durante horas, acaban pasando factura a nuestros músculos, tendones, huesos y cuerpo en general, por eso no es raro ver a bailarines profesionales, ya sea de danza clásica, moderna o hip-hop, en clínicas especializadas de fisioterapia.
Todos los bailarines somos vulnerables a padecer lesiones, pero sobre todo los de danza clásica y contemporánea, así como la acrobática, nos llevamos la palma, puesto que estos estilos requieren de mayor perseverancia tanto en los entrenos como en las actuaciones.
En Centro Avance, expertos en fisioterapia deportiva en Murcia, y Blog UVM han querido explicarnos cuáles son los principales riesgos, y las principales lesiones, que los bailarines suelen tener a lo largo de su trayectoria profesional:
Pies: Inflamación o torcedura en el tobillo, tendinitis en el primer dedo, muy frecuente en el bailarín de clásico, tendinitis de Aquiles, dolor en el talón, fracturas en dedos y deformación de la articulación del dedo gordo del pie, entre otros.
Piernas: Contusión muscular en cuádriceps (muslo) y los isquiotibiales (detrás del muslo). Las rodillas son frecuentemente las más dañadas por meniscos, ligamentos y articulación femorrotuliana y, según el tipo de padecimiento, podría acabar con la carrera del bailarín.
Cadera: En menor grado, pero esta parte del cuerpo no está exenta de sufrir un daño, principalmente dolor en la articulación de la cadera.
Columna: Lumbalgias, sobrecarga articular posterior, aumento en la curva lumbar, contracturas en la zona lumbar o en las cervicales.
Poca cosa ¿verdad? Hay quien, al enterarse de los problemas que podemos llegar a tener, me pregunta si merece la pena. ¿Le merece la pena al futbolista tener lesiones mientras entrena o juega? ¿le merece la pena al gimnasta profesional? ¿Y al conductos de Fórmula 1 o motocross? Pues para nosotros, los bailarines, ocurre exactamente lo mismo.
El cuerpo, nuestra herramienta
Del mismo modo que un modelo de pasarela, fotografía o incluso un influencer tiene que cuidar su figura para poder trabajar ya que, al fin y al cabo, es su medio de vida, el bailarín tiene su cuerpo como única herramienta de trabajo, y del mismo modo debemos tratarlo con cariño, cuidado y sensibilidad.
Cualquier lesión, por pequeña que sea, puede ser temporal y pasajera o convertirse en algo crónico si no lo tratamos, lo que acabaría por empeorar nuestra calidad de vida a la larga, y en un corto plazo de tiempo afectaría también a nuestra calidad de trabajo, nuestro baile. Por esto me parece tan importante contar con un equipo de profesionales que te ayude a cuidar y proteger tu cuerpo.
La fisioterapia nos puede ayudar a manejar el dolor, tanto para aliviarlo como para eliminarlo con terapia y tratamiento, pero lo realmente interesante es que la fisioterapia puede ayudarnos a prevenir esas lesiones, por lo que es necesario incluir dicha terapia en la agenda de cualquier bailarín.
Ahora bien, ¿Qué más podemos hacer para prevenir las lesiones?
- Prepararnos físicamente antes de iniciar ninguna actividad
- Calentar a diario
- Aprender la técnica
- Aprender correctamente las coreografías
- Evitar pasar frio o calor en los lugares donde entrenamos o actuamos
- Llevar una buena calidad de vida: sueño, nutrición, hidratación, y evitar el tabaco y el alcohol.
Dicho esto, tenemos que entender que es imposible evitar al 100% las lesiones puesto que el nivel de exigencia que requiere la danza, a nivel profesional, es de por sí, lesiva. Pero sí podemos evitar muchas de ellas con estos consejos de prevención y fisioterapia.
Y es que en el ballet usamos posiciones extremas como el turnout (rotación externa forzada de los pies) y el pointe (máxima planiflexión, apoyo en dedos) son muy extremas para el cuerpo. Hablamos de posiciones no tnaturales que hemos de forzar para conseguir, y eso, a la larga, trae consigo consecuencias que, a los amantes del ballet, nos merecen la pena.
La mayor parte de las lesiones que llegan a cronificarse se dan entre los 8 y los 16 años, por lo que cualquier niño y adolescente que quiera practicar la danza debería cuidar su cuerpo desde el principio, sin excusas.